Los tendones jugosos en la fiesta de la carne,
los que fueron flechas y soles
donde la tarde corrobora que toda luz es
cáscara.
Entonces
una fumata,
aire gris,
aire como bandera de un cuerpo.
Entonces,
el humo se hunde,
naufraga entre nubes bajas,
se ahoga.
El humo es una voz,
un espejito que cae,
mientras el fragor de la autopista
corta
el tiempo.


(Inédito)


II

Esta capilla es muy antigua.
A su sombra, quedaron los ladrillos
de las primeras casas, de las primeras lluvias,
de los primeros vientos como pueblos.
Dentro, apenas un sacerdote,
extraviado en un bosque de soledades,
y libros, muchos libros,
libros donde el tiempo
es un lunes perpetuo.

Y sobre todo,
–altares, bancos, imágenes dormidas–,
una luz de rodillas,
que nunca duerme.


(Inédito)
Patricia Coto / Fanales