Para que alguien todavía diga Fabio Quintiliano,
para que esos sonidos por un instante amable emerjan
y se hundan en los largos siglos de tapas y páginas empolvadas
hubo muerte más que nacimientos. Una Roma en llamas.
El recuerdo de los higos que Catón trajo de Cartago,
y el horror de Herculano y Pompeya.
Un Séneca con un alumno siniestro
y un Pedro y un Pablo que profesaron en una secta y repetían:
"una sola palabra tuya bastará para sanarme".

Todo esto está en mi nombre y en tu oído
trepa lento como el caracol sobre el vidrio
(detrás dicen haber visto una historia de salvación,
otra de progreso y ésta sin novedad).


(De Quis quid ubi: Poemas de Quintiliano, 1997)
Osvaldo Picardo / Poemas