Antes de correr la cortina frente a las calas
la velocidad se congeló en el aire.
Primero fue uno borroneando las alas
en el hilo desatado ante un gladiolo.
El otro cayó al lado en rebote pausado
y giraron trenzando el tallo de la tarde.

No los habías visto hasta entonces. Luego
leíste que tienen corazones enormes
para el tamaño diminuto de sus cuerpos.

Y también
que mueren de quietud durante el sueño.


(De Quis quid ubi: Poemas de Quintiliano, 1997)
Osvaldo Picardo / Poemas