Mendiga
Ahora que el almíbar destilado por la noche
se escurre entre ademanes de animal perseguido
y un dejo de tristeza por los canales agrios,
vuelvo sobre tu corazón
mendiga cenicienta de los arrabales.
Bailas entre los desperdicios,
te ocultas como un sol
a la mirada de los asperjadores,
y conservas el orgullo de la especie
tatuado en tus pezones.
Ahora que los libres
se hacinan en los sótanos y beben, solidarios,
su licor más amargo,
vuelvo sobre tu aliento
pantera de la sangre.
Y como siempre,
estás,
jamás idéntica,
amamantando a tus tiernos lobizones.
Allí donde se inmolan los corazones limpios
mientras suena la música de los torturadores,
tu piedad resplandece.
(De El juego insensato, 1996)
Guillermo Lombardía / El tren equivocado y cinco poemas más