No soy nadie más.
Acaso una gitana
que se olvidó

de cómo se robaban las gallinas.

¡A levantar campamento!

O se los llevaban a los campos
(elíseos, sólo para ellos,
de pocas fotos, por la superstición
acerca de la triste memoria,
las experiencias sombrías).

Las cabinas telefónicas pueden ser escuateadas.
Hay 400 villas miseria dentro del país
múltiplo de los 40 campos destinados a ellos sólo aquí.

Expulsión, dispersión.
Antes fueron los nómades deportados.
Una mujer con un pañuelo en la cabeza
da cucharadas de yogurt a un niño
sentados en el metro
como si fuera el salón de su casa.

A lo largo de la autopista, suelen jugar
los chicos librados a la libertad de la errancia
heredada, la errancia obligada.

En el desierto industrial, cartón y tablas
y pilas de hierro. El campamento del infortunio.
Como antes los campos “de internación”.
El campamento de Alliers fue el último
en desaparecer, un año después de la liberación,

casi dos.

Nómades a punto de ser expulsados.
Antes la foto de los “nómades a punto
de ser deportados”.

Manouche quiere decir hombre.

Los cables, los interiores, el cobre,
desmantelan fragmentos del país rico que la reventa
hace llegar al país en desarrollo. Y la chatarra y el desguace.
El reciclaje y el tratamiento de la basura,
el basural. Los carros tirados por un pobre caballo.
Los coches viejos oxidándose en menos de una década
mientras el pueblo flotante de Europa camina hace mil años.

Las ruinas de las industrias se vuelven campo.
La basura, una mina. Nómades malentretenidos, la historia
vuelve a empezar. Y lo que primero fue gallina,
en realidad es huevo. Nómades por desalojo. Esas horribles
casuchas. Vagos mendigos. Chavales choreando la lengua
un poco negros, caló? Si fuera rubia
una van a pensar que es robada.
Y un chacal y otro, cortando y
pegando, le van a llamar ángel.

Recojo de los restos del día,
las palabras usadas como de una casa de ropa gastada
para vestirme mejor.

Si me vieras en el metro
adivinarías qué soy


(Inédito)
Roxana Páez / Crying Body