Nada más abrir los ojos para asombrarse
crecer
no comerciar
el vuelto en los matices del chiquitaje
permanecer en estado de abierto
y morir si es necesario pero de cara a las estrellas.
Nada logrará conquistar la mentirosa felicidad
esa razón propia que enceguece y obtura
sólo el común
la forma del agua modelando el curso de todos los mortales
uno y otro
la danza de contrarios
y el montón vulgar sin deseo alguno de esperar lo inesperado
lo inesperado arduo y difícil
esperar el hallazgo
no buscar la verdad sino perderse

Encontrarse en la certera convicción de lo fatal:
el tren implacable que acabará con ella, tan dulce, tan rusa, tan in-felizmente Ana.


Norma Etcheverry / Lo manifiesto y lo latente