Renegado de ti abandoné
las paredes de tu templo.
En el primer día, atraído
por los abismos, desplegué
mis velas en un mar desconocido.
En el segundo día, lleno de gozo
y de ira me alimenté con el corazón
de mi enemigo. En el tercer día violé
a cada hembra de cada especie para
poblar al mundo de monstruos.
En el cuarto día atravesé un desierto
de sal para morir de sed y resucitar.
En el quinto día recorrí el país de
los sueños con los ojos abiertos.
En el sexto día ahuyenté a los
habitantes de una ciudad condenada,
mostrándoles mi rostro desnudo. En el
séptimo día, finalmente, retorné a tu
templo. Desolado, recliné mi cabeza
en tu hombro.


Luis Pazos / Señor de la alucinación