Me perdí algunas sonrisas más allá de los océanos,
unos pocos paisajes donde el día es oscuro
y los atardeceres una visita inusual.
No supe a quién dedicaron sus cartas los escribas,
ni porque los prosistas no se detienen en la poesía;
menos aún por qué los cartógrafos roban fronteras
y otros construyen catedrales en nombre del corazón.
Todos viajamos sin un nosotros, eso es lo bueno,
no tener que disculpar a quien no se ama
porque nuestra palabra oscila bajo cielos desconocidos.


Ángela Gentile / Cuerno de marfil