El poeta dijo:
“En la otra orilla hay fiesta”

Sus manos orientaron el viaje y su lengua la palabra.
Las naves seguían las estrellas junto al aliento de los remeros.

El poeta repitió :
“Me esperan”
y danzó sobre la noche.
Su cuerpo giró hacia Oriente y su rostro miró por última vez
Occidente.

Lejos, las piras encendidas y los becerros sagrados,
esperaban de pronto lo eterno.


Ángela Gentile / Cuerno de marfil