Antes de dormir, con la cabeza inclinada
y el pensamiento en otro lado,
se saca, de memoria, reloj,
aros, anillo.
Para entrar al sueño
deja los metales, la ropa,
marcas de una pertenencia.
Un ritual frente al espejo
la lleva al lugar
donde le está vedado verse.
Quieta, tendida entre fibras de algodón,
recorre kilómetros, visita casas que ya no existen.
Un andar que nadie ve,
que no mueve las maderas
donde el cuerpo se apoya, desvestido.


(De La envoltura, libro inédito)
Raquel Sinelli / Puertas adentro