1. Llego aquí por la mañana

Llego aquí por la mañana, bien temprano,
y voy a buscar mis herramientas.
Mi tarea es cavar un pozo cuya hondura
no se mide en pulgadas ni centímetros,
bajar la negra caja hasta el fondo
y cubrir con la tierra removida.
Todos los días cavo uno, dos, tres,
cuatro… pozos idénticos,
fortalecido por el esfuerzo rutinario;
cavo sin emoción ni pensamiento algunos.
El sol, la lluvia, el frío, la ventisca,
saben que mi tarea no consiente excusas.
Finalizada la jornada, vuelvo a mi casa
y me emborracho despreocupadamente,
con la tranquilidad del que ha hecho un buen trabajo.

Palabra del sepulturero.

2. Como quien busca una reliquia

Todos los días cavo un pozo en la tierra
como quien busca una reliquia antigua,
cavo obstinadamente,
cavo sin parar,
cavo y cavo…

Y todos los días meto a uno desalmado dentro
y allí lo dejo a oscuras, solo,
para que los gusanos
hagan filosofía
a su manera.

Palabra del sepulturero.

3. La última palabra

Yo tengo la última palabra.
La última palada
y el último golpe de tierra
son mi obligada despedida.

Yo guardo la verdad que todos persiguen
y que nadie encuentra,
la que sólo heredará
mi sucesor.

Palabra del sepulturero.


César Cantoni