a Julieta, Juanpedro y Griselda Mux

No era que el cuchillo
careciera de filo
o que la pera resbalara en su propio jugo.

Eran sus manos que entonces
sólo podían saludarnos.

En la insignificancia del anillo de plata
que me entregara la enfermera
parecía caber el jugo inútil de la fruta
y toda la belleza y toda la sombra
que nos quedaba.


(De Papeles a consideración)
Néstor Mux / Delicada insensatez