I

Escribir como un hombre dormita.
El sueño no aplasta,
sólo pone párpados a los párpados,
alfalfa y trébol a la cintura.
Escribir es un buey atado
a la vera de su sed,
que olfatea la tormenta
y se relame con la sombra de la lluvia.
Escribir
como si el horizonte no hubiera herido,
como si el sol no saliera más
y hubiera que crearlo.


(Inédito)


IV

El mundo,
esta piel que nos rodea,
que nos sostiene,
que no tiene otra definición
que la bravura, la fragilidad
y el temblor,
el mundo se ha detenido
y nos contempla.
Ha sujetado sus ropajes,
sus cabellos, sus mil lenguas,
ha guardado su corazón
y en la oquedad sedienta
de su memoria canturrea,
habla en sueños.
El mundo, el claro mundo
nos está acunando
al borde de la tormenta.
Cuando el error amanezca,
el mundo, como un lápiz infante,
escribirá un canto de clausura
sobre lo que queda de la frente.


(Inédito)
Patricia Coto / Fanales