El lenguaje de la poesía es un lento proceso que surge de la indagación interior. Requiere un tiempo de maduración que finalmente se concreta en el poema. Frente a la estructura caótica de la realidad y en la dimensión de su soledad, el poeta se refugia en las palabras y crea imágenes que intentan reflejar esa realidad y, en última instancia, ordenar el caos.

Existe una vasta libertad del lenguaje, de la tensión que aparece en el silencio de la página en blanco y constituye, en parte, una interpretación de esa realidad. Patricia Coto Pero más profundamente el poema es una revelación. La revelación del contenido de unas palabras que están sólo en el poeta y que sólo a él se le revelan.

Para Octavio Paz "el poema traza una raya que separa al instante privilegiado de la corriente temporal y en ese aquí y en ese ahora, principia algo: un amor, un acto heroico, un momentáneo asombro ante un árbol. Ese instante está ungido con una luz especial: ha sido consagrado por la poesía, en el mejor sentido de la palabra consagración".

Por este camino de la indagación interior transita Patricia Coto desde sus primeros libros y ahora los vemos reflejados en los poemas elegidos para esta colección.

El fanal es, como sabemos, la linterna o luz empleada a bordo de los barcos. Patricia busca en la poesía la claridad que la lleve a buen puerto, la lumbre que ilumine su derrotero en la existencia. Para ella los fanales son los instrumentos que utiliza para encontrar la orilla en este viaje desconocido que nos plantea la vida.

Y en ese deseo de interpretar y comprender las brumas del mundo, intenta penetrar la oscuridad con todo su cuerpo, como cuando dice "habrá que aprender a mirar con las manos,/ con los pies, con el revés de la memoria".

En "Libro de navegación" destaca la autora en un poema la individualidad de cada hombre y sabe que "cada hombre tiene su olor", y es ese olor lo que lo distingue de la maraña humana. Considera que cada ser es una región inexpugnable que perdura en el tiempo para ser protagonista exclusivo de la vida.

Advierte, en otro poema, que estamos rodeados por el fuego y el humo, el fuego como resplandor de cada vida y el humo que brota de ese fuego avanza sobre la memoria, se esparce como la penumbra sobre el tiempo. Ese fuego que un día arderá por nosotros será el momento que condiciona la vida, quizá el discernimiento de la vida.

Patricia Coto intenta rescatar el sentido esencial de la existencia, de valorar los días que vivimos y exaltar la libertad del ser. Por eso le duele el país que tenemos y ve un lugar "donde los antifaces se desgarran/ sobre otros antifaces". Sólo encuentra "el humo feroz/ de los que incendiaron el pasado", un país que crece en desamparo, que se debate entre sueños y promesas, un "país paisaje" que es como "una gran orquesta que avanza en el desierto". Y entre el silencio y el rumor de las palabras busca un signo decisivo, "una señal detrás de una corteza/ que se pudre bajo la lluvia".

Los poemas publicados en esta colección ponen de relieve una obra en constante desarrollo, que parte de un sentido visceral de la realidad y de su manera de sentir el mundo desde su corazón en soledad. Su lenguaje se ha enriquecido y encuentra una madura solidez en imágenes que se instalan en un profundo contenido donde la expresión va acompañada de una aguda reflexión, como señala en el final de un poema de hondo contenido metafísico: "El mundo se esparce y nos seduce/ los cabellos, la mirada/ la sombra de las manos…/ y seremos cenizas de cenizas,/ restos de una fiesta en la noche de la nada".


Horacio Preler
Febrero del 2009