La aldea se jacta de su propia ausencia. Es casi imposible escapar de ella. Sin espíritu cualquier espacio es cárcel. Tiene pocos habitantes y muchas soledades. Dicen que los divide el olvido. Pero los separa la misma lengua y los une la misma moneda. La aldea va desplomándose. No hay nacimientos ni buena palabra. Quien sale y mira fuera de sus límites, se extravía en el tiempo. De tanto en tanto, sobrevuela un halcón en el cielo.


Osvaldo Ballina / La aldea