Pensó: las mismas palabras no identifican las mismas cosas. Apresuró el paso hacia el parque de ilusiones y luego en dirección de la sala de espejos reconstituyentes. Entró y se miró. El espejo le devolvió sus formas. Luego, radiografió el interior contenido en la carne. La palabra corazón era ovoide en la mente. Sin embargo, el espejo le descubrió un corazón circular y cuadrado. Desde ese instante, conoció la armonía antes negada: vivió circular y cuadrado.


Osvaldo Ballina / La aldea