En hilera, contra blancos azulejos salpicados de sangre,
las reses colgaban de las gancheras hasta el piso,
y yo sentí­a que la poesía de todas mis horas
se confundía con esas carnes irredentas
de una manera vulgar e inocente,
y por un momento padecí la insalvable contrariedad
de ver enfrentados los sueños de los hombres
al filo mundano de la cuchilla del descuartizador.

(De Cuaderno de fin de siglo, 1996)
César Cantoni / Intemperie y otros poemas