Para que el sanguíneo circuito de los recuerdos no quede
en blanco añado últimas sensaciones de un jardí­n
perdido, un frágil instante ayudado por unos pétalos
que casi rozan el azul.
Aquello fue una ofrenda sobre finas hierbas en la brisa
mientras los restos de confianza que nos quedaba por rendir
se inclinaron ante el fresco placer a la deriva.

Lejos de esta pausa terrenal, lo cotidiano se esmera
y ensombrece en cada sacrificio y mira hacia atrás
donde los geranios abandonados crecieron
más altos que aquel anhelo y me repito antes de dormir
si un último placer nos sería otorgado, que sea
el de un regreso a aquel error justo, floreciendo a ciegas,
mostrando que todo estilo propio estalla en soledad para nadie,
dispuesto a la demagogia de quién sabe qué
temblorosa inquietud.


(De Hiel por hiel, 1997)
Abel Robino / Poemas